Una reducción de la jornada laboral
sin reducción salarial crearía más empleo y corregiría las crecientes
desigualdades sociales
La CNT
de Adra presentó ayer con una charla debate la campaña que ha puesto en marcha
la central anarcosindicalista en Andalucía para establecer un marco de
discusión con el objetivo de reducir el desempleo, proponiendo una reducción de
la jornada laboral sin reducción salarial a treinta horas semanales, de las
cuarenta actuales.
Para la
CNT la lucha contra el paro pasa ineludiblemente por una reducción de la
jornada laboral sin reducción salarial como medida para generar empleo y
reducir la creciente desigualdad entre las rentas del trabajo y las rentas del
capital. Es inadmisible que con una tasa de paro del 22% y una tasa de paro
juvenil en torno al 50% no se quiera coger el toro por los cuernos. Con estas
cifras de desempleo, que en nuestra comunidad autónoma se incrementan, es
indignante que haya empresas con jornadas de 12 horas o más, y no nos estamos
refiriendo a pequeñas empresas o a trabajadores autónomos, nos referimos a
empresas de sectores pujantes de la economía. En la provincia de Almería, por ejemplo,
sectores como el manipulado y envasado de frutas y hortalizas donde las
jornadas maratonianas están al orden del día. Una política empresarial agresiva
que deja bien claro que la creación de empleo es algo secundario para el
empresariado.
Tampoco
se puede eludir de este debate la creciente mecanización y robotización
consecuencia de la aplicación práctica de los avances tecnológicos al mundo del
trabajo que hace que cada vez sea menos necesaria la mano de obra en los tajos.
Los ejemplos son múltiples: gasolineras sin personal, vehículos de recogida de
basura sin peones de recogida, crecientes operaciones a través de cajeros automáticos,
mecanización del campo etc. A todo esto hay que añadir la deslocalización de
empresas a países con legislaciones laborales más precarias. Es ineludible
abordar esta cuestión y no solo destinar recursos a los cursillos de formación
para trabajadores que se han convertido en fuente de financiación ilegal tanto
para las organizaciones patronales como para los sindicatos que los imparten.
Aquí, en Andalucía, tenemos un ejemplo claro de esta esta política.
Desde
CNT echamos en falta el argumento del reparto del trabajo en el discurso
sindical aunque tampoco nos extraña. Los llamados sindicatos mayoritarios han
asumido el discurso liberal y conceptos como el de la competitividad, lo que
explica su pasividad e incomprensión ante medidas que cuestionen la dinámica de
crecimiento y acumulación de capital. La reducción de la jornada laboral
siempre fue una reivindicación del movimiento obrero como medio para repartir
la riqueza y alcanzar mayores cotas de bienestar. Referentes históricos hay a
montones. En nuestro país, desde la huelga de la Canadiense, por la cual, en
1919 ya se había regulado por primera vez la jornada de 8 horas hasta las bases
de trabajo (convenios de hoy en día) donde la central anarcosindicalista ya
firmaba con la patronal sevillana jornadas de 36 horas semanales en el sector
de la construcción en la década de los años treinta del siglo XX.
Desde
CNT, pensamos que el desempleo ha venido para quedarse, la reestructuración de
la economía se está haciendo a costa de dejar gente en la cuneta, de aumentar
la exclusión social, de aumentar la precariedad, de reducir los salarios al
mismo tiempo que aumentan las ganancias y dividendos de unos pocos con la vana
esperanza de que inviertan y creen empleo objetivo que, por otra parte, no es
el prioritario para el mundo de la empresa privada. Este retroceso es lo que se
percibe en la calle por mucho que el discurso político lo niegue. Hoy hay menos
empleo y en peores condiciones laborales que hace dos décadas. Una reducción
drástica de la jornada laboral sin reducción salarial acompañada de la
supresión de las horas extras generaría empleo, reduciría las desigualdades
sociales, garantizaría las pensiones, generaría una mejor disposición del
tiempo para las relaciones sociales, ganaríamos en calidad de vida y cuidado de
la familia. En definitiva, repartir la riqueza y forzar escenarios para
sustituir a la empresa capitalista por una gestión cooperativa y autogestionada
son escenarios que un sindicato de clase como es CNT en una sociedad de clases,
no puede ni quiere ignorar.