El 22 de marzo desembocan
en Madrid las MARCHAS DE LA DIGNIDAD. Cientos de compañeros a la vez
que militantes de otras organizaciones, recorren ya, el camino hacia
la capital del Estado. Desde la CNT de Adra aportamos militantes a
esta iniciativa. Ese día, en Madrid, habrá compañeros que acudan a
hacer oír con fuerza en las marchas la voz del anarcosindicalismo.
Confluimos con
este movimiento reivindicativo por solidaridad, aportando nuestra
actitud combativa y crítica. La dignidad se conquista día a día,
lanzándonos a la toma de nuevos y mayores derechos como llevamos
años planteando en nuestra tabla reivindicativa: reparto del
trabajo, 30 horas de jornada semanal sin reducción de salario, la
jubilación a los 55 años, la abolición de las horas extras, del
pluriempleo, de las subcontratas, la expropiación de inmuebles para
atender las necesidades básicas de vivienda, etc.
Los de abajo no tenemos otro
camino. Tenemos que ser nosotras y nosotros los que mediante la
acción acabemos conquistando estas mejoras, y para hacerlo no
podemos apostar de nuevo por los medios del poder establecido que
reproducen nuevas situaciones de privilegio y por lo tanto, nos
desvían de los fines que perseguimos. Solo será posible inclinar la
balanza en el ámbito laboral cuando el poder resida en las
asambleas, alejadas del modelo sindical jerárquico, subvencionado,
de delegación, con liberados y comités que deciden en tu nombre.
Las mismas consignas nos valen para las cuestiones en el ámbito
social, donde deben proliferar las asociaciones y movimientos de
base, con una democracia directa y totalmente independientes de los
intereses partidistas.
Los anarcosindicalistas,
tenemos meridianamente claro que el capitalismo no admite más
reformas. El futuro que nos depara este sistema económico para los
trabajadores y trabajadoras es este. Su desaparición constituye el
único escenario razonable. Debemos luchar por una revolución
social, de manera gradual, sin prisas, pero con objetivos que sean
capaces de transformar desde los cimientos esta sociedad, basada en
la desigualdad y en la explotación de unos hombres sobre otros,
hasta alcanzar el mayor de los derechos al que puede aspirar la clase
trabajadora: la autogestión de los medios de producción.

